Me alegra mucho que mi 1ª intervención como Rey de España en uno de los foros paralelos organizados en el contexto de la Cumbre Iberoamericana de Veracruz sea en este X Encuentro Empresarial. Precisamente, el año pasado, en Panamá, tuve la oportunidad de asistir a la anterior edición, donde pude apreciar muy bien la fuerza y la importancia que está adquiriendo esta faceta tan real y tangible de nuestras Cumbres y de nuestra comunidad Iberoamericana. Enhorabuena a los organizadores y a todas las personas que lo han hecho posible, enhorabuena a Valentín Díez Morodo por el premio Enrique Iglesias al desarrollo empresarial iberoamericano y enhorabuena también a todos los demás premiados.
No cabe duda de que estos foros paralelos ─el Empresarial que ahora se clausura y el de Comunicación que tendrá lugar más tarde o el de la OIT que ya ha terminado─ muestran la riqueza y el dinamismo del ejercicio iberoamericano que, desde hace décadas, convoca no solo a los Gobiernos, sino también a todos los sectores sociales y económicos, a toda la sociedad civil. Algo que siempre ha tenido muy claro Enrique Iglesias y que ha imprimido en el espíritu y la acción de las Cumbres. Celebramos que rebeca Grynspan, ahora al frente de la SEGIB, comparta esa misión y voluntad de trabajarla, como ya estamos comprobando. Debemos tener presente que desde las Cumbres de máximos mandatarios hasta las reuniones de cualquier naturaleza organizadas con y para una perspectiva iberoamericana, todas son expresión auténtica de la vitalidad y del interés de colaboración entre nuestros pueblos.
En este sentido, estoy seguro del acierto que ha sido el hecho de que en esta jornada se hayan tratado, con una visión económica y empresarial, los mismos temas de innovación y educación que mañana podremos tratar en la Cumbre con un enfoque más integral. La relación entre lo privado y lo público, entre los líderes empresariales y los líderes políticos debe ser fluida y regular, porque todos juntos debemos trabajar coordinadamente en beneficio de nuestra Comunidad de Naciones, que como dije anoche a mi llegada, estoy convencido que está llevada a jugar un gran papel en este siglo XXI. Depende de todos los que la formamos.
Señoras y señores,
Este encuentro ha abordado cuestiones fundamentales para las sociedades iberoamericanas, pues el crecimiento de nuestras economías y los intercambios comerciales y de inversión entre nuestros países son condiciones indispensables para lograr mayores cotas de bienestar para todos, para poder alcanzar una mejor distribución de la riqueza, y para luchar con eficacia contra la lacra del desempleo.
Este ultimo representa un verdadero problema, un desafío que afecta gravemente a muchos de nuestros ciudadanos porque lastra el futuro de nuestros jóvenes y, por tanto, de cada una de nuestras naciones. También se ha abordado aquí una cuestión fundamental: el capital humano. No querría dejar de hacer hincapié en este último factor, porque las personas son la fuente de todo lo que conseguimos construir y deben ser el objetivo de lo que queramos construir como sociedad y, en consecuencia, la educación es la semilla que va a determinar el alcance de nuestro progreso.
Por ello, deseo dar la enhorabuena al Grupo Santander por la importante iniciativa que ha anunciado su presidenta, que contribuye claramente a la creación y al desarrollo de un espacio iberoamericano del conocimiento y socialmente responsable.
Los flujos de inversión que circulan dentro de nuestra Comunidad ─cada vez más en todas las direcciones─, las redes que esos flujos establecen o facilitan, y la actividad de nuestras empresas creando puestos de trabajo y prestando servicios a los ciudadanos, son reflejo del dinamismo de unas sociedades que crecen rápidamente y que está cobrando conciencia de su fuerza y de su lugar en el mundo.
"...tenemos mucho que hacer porque, además de lograr el crecimiento sostenido de nuestras economías, debemos saber traducir ese crecimiento en un bienestar real para todos los ciudadanos, en una distribución justa y equitativa de la riqueza, y en un espacio de oportunidades para todos, en el cual sea posible desterrar o reducir a la pura anécdota la pobreza y el desempleo..."
Sin duda, el campo empresarial —junto con el cultural— proporciona una imagen especialmente viva de lo iberoamericano. En concreto, el tejido empresarial español en esta región está integrado por miles de empresas grandes, pequeñas y medianas que, con su actividad inversora, han contribuido al desarrollo de las economías iberoamericanas y al crecimiento de la propia economía española.
Al mismo tiempo, la entrada de capital latinoamericano en España se ha incrementado y acelerado en los últimos años. Es una noticia estupenda para todos, evidentemente para españoles y portugueses —claro—, pero también para el futuro de Iberoamérica y de nuestra aportación al mundo, que inversores mexicanos, colombianos, argentinos, chilenos, peruanos, venezolanos y brasileños estén llegando a Europa a través de la Península Ibérica. Recordemos que en 2013, México fue el primer inversor no europeo en España.
Señoras y señores,
En el mundo globalizado de hoy es cierto que las empresas con mayores ventajas competitivas son aquellas que adquieren un determinado tamaño y se convierten en empresas multinacionales. En este sentido, estamos muy orgullosos del alto número de “multilatinas” que generan empleo y actividad económica a nivel internacional. Sin embargo, sabemos bien que el entorno empresarial es a menudo cambiante; y el auge de otras regiones debe servirnos, sobre todo como estímulo, para seguir mejorando internamente, permitiendo a nuestras firmas aprovechar las economías de escala en nuestro propio ámbito.
Confiamos en que en los próximos años podamos ver a las “multilatinas” expandiéndose, cada vez más, fuera de sus bases regionales, hacia Europa, Asia y África. Si los 90 fueron los años de la internacionalización de las grandes empresas españolas a través de Iberoamérica, esta década ya está siendo la de la expansión de las grandes multinacionales latinoamericanas, y las invitamos a que lo hagan aún más.
En los últimos años hemos vivido en Europa un ciclo recesivo de gran magnitud acompañado de pérdidas muy graves de puestos de trabajo, aunque, en el caso de España, estamos recuperando nuestro crecimiento económico, lo que es un claro signo de mejora de nuestra economía. En cambio, durante estos tiempos de crisis en Europa, Latinoamérica ha experimentado unas tasas de crecimiento muy notables que han favorecido su progreso económico y social. Es cierto que hoy vemos incertidumbres, pero si se sortean y superan con coraje y con decisiones acertadas, esta región será claramente un motor de la recuperación económica global.
Por eso, debemos estrechar aún más nuestros lazos. América Latina dispone de buenas condiciones de partida para asumir un papel destacado en el crecimiento mundial.
Por su parte, Europa —que aún es el primer bloque comercial del mundo— sigue siendo fuente importante de oportunidades. De ahí que los Acuerdos de Asociación y las vinculaciones estratégicas que la UE y AL han negociado en los últimos años, sean instrumentos especialmente útiles para multiplicar los intercambios comerciales y fomentar la inversión —sostenida y sostenible— en ambas direcciones.
En suma, tenemos mucho que hacer en beneficio de los países de América Latina y de la Península Ibérica ─en beneficio de todos los iberoamericanos─, proporcionando facilidades para el asentamiento y el despliegue de las multilatinas en una doble vía: las ibéricas en América Latina, con proyección hacia la región de Asia-Pacífico, y las latinoamericanas en España, Portugal y Andorra, con proyección europea y global.
Y tenemos mucho que hacer porque, además de lograr el crecimiento sostenido de nuestras economías, debemos saber traducir ese crecimiento en un bienestar real para todos los ciudadanos, en una distribución justa y equitativa de la riqueza, y en un espacio de oportunidades para todos, en el cual sea posible desterrar o reducir a la pura anécdota la pobreza y el desempleo.
Muchas gracias.