Senhor Presidente,
A Rainha e eu sentimo-nos profundamente emocionados e encantados por estar em Portugal, convidados por Vossa Excelência para esta especialíssima Visita de Estado, tão desejada por nós e em atenção ao amável convite da Vossa Excelência. Com este convite, Vossa Excelência honra todos os espanhóis através de nós, reforçando simultaneamente a singular e incomparável relação que existe entre as nossas duas nações irmãs.
Vossa Excelência distinguiu-nos este ano noutras duas ocasiões sublinhando assim a extraordinária ligação entre Espanha e Portugal.
Com efeito, tenho muito viva na memória a sua tomada de posse à qual tive a honra de assistir e não me esqueço da sua pronta visita a Madrid, que foi, de facto, a sua primeira saída para o estrangeiro como Chefe de Estado, após ter visitado no mesmo dia Sua Santidade o Papa.
Tudo isto mostra o calor, a proximidade e a frequência da nossa relação, que é a imagem fiel que sempre caracterizou os laços entre os Chefes de Estado de Portugal e Espanha.
La dimensión histórica y geográfica de Portugal nos abraza hoy en estas tierras del río Duero, en Oporto, su salida al mar; y en este Palacio de los Duques de Braganza de la ciudad de Guimarães, cuna de la Nación portuguesa.
Me agrada saber, Señor Presidente, que estas son también tierras vecinas de Celorico de Basto, donde tenéis raíces familiares y donde abre sus puertas a la educación y la cultura una Biblioteca Municipal que lleva vuestro nombre; una distinción que, intuyo, debe llenar de orgullo a un hombre de tan clara y sostenida vocación intelectual que ha consagrado muchas horas a enseñar a los jóvenes.
Sabe bien Vuestra Excelencia que quien a Portugal llega, camina asimismo por otros territorios espirituales que abarcan los cinco continentes. Camina el visitante por tierras y mares del ancho mundo, pues Portugal hizo suya durante centurias la vieja dicción griega ─pontos─ que llama “puente” a lo que otros llaman “mar”, un concepto que considera al mar como aquello que une y no como aquello que separa.
Puentes que sustentan en Portugal su vocación mediterránea, europea, atlántica, africana y asiática, esto es, su vocación universal. España se reconoce también en esas longitudes y latitudes y por ello concuerda con Portugal en dimensiones clave de la vida internacional.
Juntos, hace treinta años, nos incorporamos al proceso de integración europea, a esa Europa que tanto nos ha dado y a la que tanto hemos aportado.
Juntos también impulsamos la Comunidad Iberoamericana, en 1991, con nuestros países hermanos de América. Tan solo hace unas semanas, Señor Presidente, cuando nos encontramos en la XXV Cumbre Iberoamericana de Cartagena de Indias, constatar la vitalidad y el enorme potencial que tiene para nuestra común vocación y deseo de seguir jugando un papel constructivo y positivo, fiel a nuestra historia y cultura, y de una creciente relevancia para la comunidad internacional y la concertación en los grandes asuntos de impacto global.
Tras ese encuentro, Vuestra Excelencia se desplazó a Brasil para asistir a la XI Cumbre de la Comunidad de Países de Lengua Portuguesa, un espacio también para la concertación y la cooperación que enorgullece a Portugal y a todos los países de expresión oficial portuguesa.
"...En los actos de hoy y en los de los próximos dos días se concreta una relación especial e intensa entre dos países y dos sociedades que se respetan, se quieren y miran juntos al futuro con esperanza..."
Igualmente, nuestras naciones se juntan a una misma mesa con otras de Occidente, en el marco de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (NATO), para garantizar nuestra seguridad en libertad.
La convicción con que Portugal y España militan en el campo del multilateralismo se evidencia con estos hechos; pero permítanme añadir –sin ocultar nuestra alegría por ello− que se ha visto asimismo fortalecida por la sabia elección de Antonio Guterres como Secretario General de Naciones Unidas.
España ha votado con pleno orgullo la candidatura del primer “peninsular” dispuesto a asumir la responsabilidad más universal del concierto de las naciones, por proceder de una Nación que fue, junto a España, la primera en llevar al mundo unos valores de dimensión universal.
Universales son también nuestras lenguas y el más bello testimonio sobre su difusión y hermandad histórica lo canta un verso portugués del inmortal Camoens. En su obra cumbre, Os Lusíadas, refiere el encuentro en la lejana Calcuta de un mensajero de Vasco de Gama con un personaje de la Berbería que le habla en castellano y dice Camoens: “O capitão o abraça, em cabo ledo/ouvindo clara a língua de Castela.”
Señor Presidente,
Quiero referirme ahora a la emoción e ilusión que siento –que, le aseguro, son muy profundas− por visitar Portugal como Rey de España y en compañía de la Reina. A una vinculación familiar de siglos se une el amor por esta tierra hospitalaria y por este pueblo acogedor y entrañable que me inculcaron mis abuelos, los Condes de Barcelona y mi padre, el Rey Juan Carlos.
En ese profundo afecto y estima por las cosas de Portugal, me acompaña siempre la Reina Letizia, y ambos nos preciamos de la consideración que siempre hemos recibido de los portugueses. De ella tuvimos cumplida prueba con ocasión de la visita que realizamos aquí como Príncipes de Asturias el año 2012, y posteriormente en nuestra primera visita como Reyes en 2014. Además de mis visitas anteriores y muchas en el ámbito privado, tanto antes de mi matrimonio como después −y con nuestras hijas.
Durante nuestra estancia en Portugal, hemos comenzado una agenda amplia que refleja la inmensa cercanía y la profundidad de los lazos que unen a nuestros Estados y a nuestros pueblos.
En los actos de hoy y en los de los próximos dos días se concreta una relación especial e intensa entre dos países y dos sociedades que se respetan, se quieren y miran juntos al futuro con esperanza. Seremos acogidos por la Asamblea de la República, y el Primer Ministro nos obsequiará con su hospitalidad; los Ayuntamientos de Oporto y Lisboa nos honran con las Llaves de dos de las grandes ciudades de Portugal; en la Universidad de Oporto y en la Fundación Champalimaud apreciaremos aún más el talento de los investigadores y jóvenes universitarios portugueses; también ratificaremos el brillante presente de nuestras relaciones económicas en nuestro encuentro con los empresarios portugueses y españoles.
En la completa agenda prevista, en la que nos consta que Vuestra Excelencia se ha involucrado personalmente y con gran afecto, vibra, Señor Presidente, el trasfondo vital de unas relaciones bilaterales sin parangón.
El vigor actual de nuestras relaciones debe alejar el pesimismo y debe confirmarnos en la veracidad de aquello que defendía Gregorio Marañón, tan conocedor del alma ibérica: “que el optimismo crea la ventura y el pesimismo crea la adversidad.”
Termino com outro agradecimento que expresso à sua pessoa, Senhor Presidente, e que estendo a todos os portugueses.
Quero agradecer a generosidade sem par com que Portugal acolhe a cultura e a língua espanholas. E assim o proclamo neste ano em que comemoramos a vida e obra de Cervantes, também ele um apaixonado da língua e da cultura portuguesas.
Desejo por último, com a Rainha, reafirmar-me em todos esses sentimentos que, como disse no início, nos inspiram a maior gratidão.
Senhor Presidente, permita-me agora que brinde e convide todos a brindar pela sua ventura pessoal e pelos maiores êxitos do seu mandato, pelo bem de Portugal.