Nos reúnen nuevamente los Premios Rey Jaime I. Y me alegra volver a estar con vosotros. Sin duda una de las grandes citas con la ciencia y la excelencia académica que se producen en España, y que de manera pionera buscaron siempre aunar el mundo científico con el empresarial. Así Valencia, con su Fundación de Estudios Avanzados, con el máximo apoyo institucional –La Corona desde el primer momento−, y con la figura esencial de Don Santiago Grisolía, ha visto consolidarse con cada convocatoria de estos premios, una trayectoria de calidad, madurez y rigor de tres décadas. Han sido treinta años de impulso al talento, al esfuerzo y al firme compromiso con el progreso; un recorrido verdaderamente fructífero que ha convertido a estos galardones en una referencia internacional ampliamente reconocida.
Enhorabona, doncs, per aquest assenyalat aniversari d'una iniciativa privada extraordinària, nascuda a aquesta benvolguda terra valenciana, per a distinguir la tasca d'excel.lència realitzada a tota Espanya, i amb una clara vocació internacional.
Estos galardones son un puente, un buen modelo de apoyo y colaboración entre los ámbitos de la Ciencia y la Empresa —un binomio fundamental para el avance de nuestra sociedad— y que es importante que todos los ciudadanos puedan valorar como merece. Por eso, es de justicia que hoy ensalcemos las razones que han hecho de los “Jaime I” unos galardones tan relevantes, que cuentan con un respaldo institucional firme y sostenido, y con la financiación y el apoyo de grandes empresas benefactoras, además de un número creciente de pymes.
A todas ellas les trasmito nuestro agradecimiento por su compromiso con el desarrollo científico de nuestro país, que es un compromiso con el progreso social y económico de nuestros ciudadanos.
Antes de referirme a nuestros premiados ─a quienes adelanto, por supuesto, mi felicitación más afectuosa─ quiero hacerlo a los jurados, que constituyen una característica muy singular de estas distinciones. Efectivamente, los jurados de los Premios Rey Jaime I han reunido en estos años a las personalidades más destacadas de los mundos científico y empresarial, nacionales e internacionales, dando a conocer también la excelente labor —poco conocida a veces— de muchos de nuestros mejores investigadores y emprendedores.
En estas tres décadas se ha mantenido la máxima calidad y se ha contado con más de sesenta Premios Nobel, y más de trescientas personalidades, que han dado fe de la situación de la I+D+i y del emprendimiento en nuestro país.
De este modo, los premiados han sido seleccionados siempre bajo los parámetros más rigurosos y exigentes. En 30 años, son 146 galardonados que han continuado cosechando grandes éxitos profesionales después de haber recibido sus reconocimientos, dando muestra así del acierto de la decisión de los jurados. Los protagonistas de esta ceremonia son, pues, los seis galardonados con el Premio Rey Jaime I 2018 quienes, junto a sus colaboradores y con el apoyo de sus entornos familiares, reciben el reconocimiento social a los valores del talento, el esfuerzo y la ética en su desarrollo profesional.
"...un país se construye día a día, con el esfuerzo continuado de todos y con la mirada puesta en el mañana. Pero la actividad que hoy se premia condiciona, sobre todo, el “pasado mañana”: el futuro inmediato de las próximas generaciones; su porvenir laboral y profesional; su proyecto de vida; las fuentes de energía del mañana, los avances en salud y bienestar..."
Todos ellos son ejemplo de cómo desarrollar una trayectoria profesional con “origen en España y destino todo el mundo”. Sus figuras deben ser también referentes para nuestra juventud sobre la forma de conseguir realizar un proyecto personal con éxito. Hoy más que nunca son precisas en España más vocaciones científicas y empresariales. Las trayectorias de los galardonados responden a esta combinación virtuosa de dejarse guiar por una vocación y contribuir con ello a fortalecer y mejorar la sociedad.
En esta edición, debemos detenernos con atención en los descubrimientos de María Vallet y de Ramón Martínez en materia de nanotecnologías con múltiples aplicaciones, entre otras las de farmacología. Debemos destacar igualmente el análisis de Xavier Freixas sobre el papel de la regulación bancaria para evitar las crisis financieras, así como las aportaciones realizadas por Dolores Corella a la relación existente entre la genética individual y nuestra dieta alimenticia. También, debemos valorar las consecuencias sobre el litoral marino de las energías eólicas y del cambio climático, analizadas por Íñigo Losada; y de las nuevas tecnologías desarrolladas por Enrique Silla en la fabricación de los tejidos más utilizados del mundo, que son mucho más limpias y sostenibles. Se trata de aportaciones verdaderamente relevantes.
Todos ellos han contribuido, desde España y de múltiples maneras, a mejorar las vidas de las personas; todos ellos merecen el mayor reconocimiento y la máxima admiración. A todos ellos quiero transmitirles hoy también la mía. En nombre de los valencianos y todos los españoles, nuestra mayor enhorabuena.
Señoras y señores,
Un país se construye día a día, con el esfuerzo continuado de todos y con la mirada puesta en el mañana. Pero la actividad que hoy se premia condiciona, sobre todo, el “pasado mañana”: el futuro inmediato de las próximas generaciones; su porvenir laboral y profesional; su proyecto de vida; las fuentes de energía del mañana, los avances en salud y bienestar…
Y para que lo urgente no oculte lo importante, es preciso que la sociedad disponga de los instrumentos y herramientas que serán necesarios en los próximos lustros para afrontar con eficacia los futuros desafíos. En todo momento, pero más aún en tiempos de incertidumbre, es preciso no solo preservar y enaltecer los valores constitucionales y democráticos que nos unen, sino también reforzar los elementos que cimientan y cohesionan la sociedad.
Hace pocos días, con ocasión del Congreso Nacional de la Economía Familiar, celebrado aquí en Valencia, tuve, precisamente, la oportunidad de subrayar la importancia de que las empresas miren al futuro y fijen su visión de progreso en las próximas generaciones, algo que será posible fortaleciendo ese binomio ciencia-empresa al que antes he hecho referencia y que tan bien representa los Jaime I. Porque los descubrimientos científicos también transforman y mejoran los servicios de las compañías en beneficio de las personas y, precisamente, en beneficio de la necesaria cohesión social. El impulso a la actividad investigadora y al mayor grado de bienestar de los países es algo evidente que demanda y exige el máximo apoyo social y político.
No cabe duda de que nuestro progreso general está íntimamente vinculado a nuestro desarrollo científico, y, dentro de él, al apoyo en ese sentido prestado por el sector privado productivo. El fomento de la ciencia, de la investigación y la tecnología, de la innovación y el emprendimiento son, sin duda, las bases de nuestro futuro.
Por eso es tan importante que seamos conscientes de la trascendencia que para los españoles tiene que estos días estemos celebrando que desde hace 40 años tengamos los dos requisitos fundamentales ─democracia y libertad─ que nos hacen fuertes para mirar al futuro con esperanza. Eso es lo que representa nuestra Constitución: democracia, libertad, progreso.
Señoras y señores,
Se ha dicho que “una sociedad de éxito es una máquina de progreso en la que entran las materias primas de la innovación y se producen amplios avances para la humanidad”. No dejemos, pues, de cuidar y mejorar esa máquina que es nuestra sociedad para que avancemos por una senda de progreso y bienestar sostenible que llegue a todos y cada uno de nuestros ciudadanos.
Muchas gracias.