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Palabras de S. M. el Rey en el acto de entrega de despachos a la 70ª Promoción de la Carrera Diplomática

Escuela Diplomática. Madrid , 1.28.2019

Gracias y al número uno de la promoción, Alberto Santos, en primer lugar, al Ministro y al Director de la Escuela Diplomática por sus palabras y por darme la oportunidad de presidir nuevamente este acto.

Siempre me alegra ser testigo de la entrada de hombres y mujeres jóvenes y brillantes al mundo del servicio público. Y me gusta poderos decir "bienvenidos al Estado y gracias"; gracias por perseguir vuestra vocación de servir a los españoles, en vuestro caso, en el ámbito de las relaciones internacionales, en lo que llamamos la Acción de Servicio Exterior de España. Un mundo, como bien sabéis, de enorme y creciente complejidad y que ya es difícil desligar del ámbito nacional.

Así que, ya con vuestro despacho en la mano como nuevos secretarios de embajada y al apreciar vuestra satisfacción por lo superado e ilusión ante lo que os espera, permitidme compartir vuestra emoción y la de vuestras familias y daros mi más sincera y calurosa enhorabuena.

Hoy es, sobre todo, un día de celebración para vosotros, pero también lo es para todos los que os acompañan en esta sala y para las personas que han estado a vuestro lado en todo este largo y duro periodo cargado de esfuerzos que se ve hoy recompensado.

Quiero felicitar también al Ministerio de AE-UE y Coop. —representado hoy por su titular y muchos de sus altos cargos— porque con esta que hoy ha recibido su despacho, son ya 70 las promociones que España ha incorporado a la carrera diplomática. Son 70 promociones compuestas por profesionales que tienen en común una inquebrantable voluntad de servicio público y un deseo de representar a nuestro país y de trabajar en favor de nuestros ciudadanos. Mi reconocimiento a la Escuela Diplomática por haber seleccionado y formado un grupo tan notable y relevante de mujeres y hombres, a lo largo de generaciones —y puedo dar fe de ello—, que han servido y sirven a España.

Siguiendo su estela, su ejemplo y valía, empezáis vosotros ahora lo que será, sin duda una larga carrera, que os llevará por todos los rincones del mundo donde defenderéis nuestra democracia, nuestros valores y nuestros intereses. Es un gusto ver hoy en esta sala a diplomáticos muy experimentados, profesionales del servicio exterior "cargados de galones", si me permitís esta expresión, de quienes, estoy seguro, habréis aprendido el arte de la diplomacia y también, por qué no admitirlo, muchas de sus habilidades. Ahora os compete —"os toca"— a vosotros consolidar, y en lo posible acrecentar, el brillante historial de servicio a España alcanzado por cuantos os han precedido.

Este día de celebración no sería posible sin la ayuda y el apoyo de muchas personas que han querido estar con vosotros en esta ceremonia:

- Deseo saludar a los preparadores que os acompañaron en todo el proceso de la oposición, a los miembros del Tribunal, con su embajadora a la cabeza, que aprobaron vuestros exámenes de ingreso, y también a los profesores y formadores que la Escuela Diplomática puso a vuestra disposición durante el curso selectivo recién concluido.

- Pero quiero también reconocer especialmente a vuestros familiares y seres queridos, que hoy también os acompañan. Vuestro sacrificio ha sido también el suyo, porque ellos han sido vuestro apoyo, quizás también vuestra referencia, a lo largo de este proceso arduo y sacrificado. Vosotros sabéis mejor que nadie cuánto les debéis y en qué medida su ayuda ha hecho posible que estéis hoy aquí. Y ellos asisten hoy, llenos de orgullo y emoción, a la entrega de vuestros despachos.

"...sé que sois muy conscientes de la responsabilidad y el honor que comporta ser representantes de la Nación y de la obligación que tenéis a partir de ahora de defender los intereses de España y de proyectar su mejor imagen, que es su imagen auténtica: La de país democrático, libre, moderno, solidario y tolerante, abierto al mundo y definido por los principios y valores de nuestra Constitución, esos a los que, como sociedad, aspiramos y que, como servidores públicos, estamos siempre llamados a defender y promover..."

Esta misma satisfacción que sentís hoy la tendréis a lo largo de vuestra carrera cuando comprobéis en cada puesto que desempeñéis que el esfuerzo sin duda valió la pena. Constataréis que la satisfacción por el trabajo bien hecho compensa todo el esfuerzo y todas las renuncias; y que la elección que hicisteis al preparar las oposiciones y encaminar vuestros pasos al servicio a España fue una decisión plenamente acertada.

No desfallezcáis ante la dificultad, sed rigurosos y leales en vuestros cometidos, sobrios con los éxitos y sensibles con quien reclama vuestra ayuda; pensad siempre en que el Estado somos todos y que la colaboración con los expertos de otros cuerpos de la Administración y ámbitos de lo público, incluso de lo privado, os garantizará un resultado mejor, más eficaz y más eficiente.

Por ello, os animo a perseverar en el esfuerzo, en el trabajo, y el sentido de la responsabilidad de los que ya habéis dado muestra. Ya sabéis que en todo ello podréis contar siempre con el apoyo de la Corona.

Hoy, 28 de enero, se celebra el día de Santo Tomás de Aquino, patrón de los estudiantes. Y a pesar de que esta efeméride parece marcar el final de vuestra vida de estudiante, os animo a que continuéis perfeccionando vuestras capacidades y habilidades, también a actualizar y ampliar permanentemente conocimientos, para estar siempre al día en estos tiempos en los que se producen tantos cambios —y de forma tan acelerada— en la tecnología, en la economía, en la política y en las tendencias socio-culturales.

Me consta que el Ministerio y esta Escuela están poniendo en marcha todo un programa de formación continua y una plataforma digital para que se puedan seguir todos los cursos en línea. Aprovechad esta oferta de mejora, pues cuanto más amplios sean vuestros conocimientos y más herramientas de trabajo estén a vuestra disposición, mejor serviréis a vuestro país y a los españoles.

Precisamente, en mi último Mensaje de Navidad me referí a los jóvenes y a la necesidad de contar con vosotros para seguir construyendo un país mejor, más creativo, dinámico y siempre en vanguardia. Qué duda cabe de que los jóvenes diplomáticos españoles sois un exponente de esa España pujante que sabe vencer las dificultades con rigor, con energía y con excelencia. Seguid hacia adelante y contribuid con vuestra generación y con el apoyo de quienes os han precedido, a forjar el camino del mayor progreso de España.

La carrera diplomática tiene dos elementos diferenciadores respecto a otros cuerpos superiores de la Administración del Estado. Por un lado, se desarrolla en muy gran medida más allá de nuestras fronteras. Por otra parte, implica una gran diversidad en las tareas que debéis desarrollar. Os vais a dedicar a una multitud de labores que os llevarán, desde negociar acuerdos internacionales, a hacer minuciosos análisis políticos, pero también a ejercer funciones consulares.

Me gustaría, precisamente, subrayar la importancia de la función consular, sobre todo lo concerniente a la ayuda a ciudadanos españoles en situaciones de necesidad en el extranjero, tanto aquellos que residen en otros países como los que se puedan encontrar de visita. Es fundamental que el servicio exterior esté a disposición de todos nuestros compatriotas, que tienen derecho a sentirse protegidos, atendidos o amparados por sus autoridades más allá de nuestras fronteras. Pocas misiones pueden ser más honrosas y gratificantes que servir a los españoles, y ello sin buscar más premio que la satisfacción por el deber cumplido.

Sé que sois muy conscientes de la responsabilidad y el honor que comporta ser representantes de la Nación y de la obligación que tenéis a partir de ahora de defender los intereses de España y de proyectar su mejor imagen, que es su imagen auténtica: La de país democrático, libre, moderno, solidario y tolerante, abierto al mundo y definido por los principios y valores de nuestra Constitución, esos a los que, como sociedad, aspiramos y que, como servidores públicos, estamos siempre llamados a defender y promover.

Os deseo una carrera larga y fructífera. Estoy seguro de que conoceréis grandes éxitos profesionales y auténticas satisfacciones personales. Sabed que siempre me tendréis a vuestro lado en la noble labor de representación y defensa de España.

Termino ya estas palabras, y para hacerlo permitidme que os diga: mucha suerte y, nuevamente, muchas felicidades.

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