A la Reina y a mí nos alegra especialmente reunirnos hoy en este Palacio de El Pardo con todos ustedes para algo que consideramos importante, muy importante: hablar de ciencia, de investigación.
Pero, además, no solo hablamos de ello, con algunos de los que la hacen, la gestionan y la apoyan, sino que celebramos la recuperación de estos Premios Nacionales, tras años de dificultades por la reciente crisis económica. Con estos Premios es una satisfacción homenajear a nuestros ilustres investigadores y dar la visibilidad y el impulso a la Ciencia y la Investigación en España que estos galardones representan desde que se crearon en 1982.
Es cierto que hoy hay muchas iniciativas —y muy variadas—, que buscan los mismos nobles objetivos: premiar a los mejores, incentivar el conocimiento y el avance científico y tecnológico, fomentar el interés por la ciencia y las vocaciones investigadoras, dar sostenibilidad a la capacidad de nuestros centros y equipos de investigación, públicos y privados… Pero siempre resultarán insuficientes y como país que no renuncia a estar a la cabeza en ciencia y en desarrollo industrial y tecnológico, todo esfuerzo que apunte en esa dirección tiene un gran valor e impacto.
Y, además, es rentable. Todos los estudios así lo certifican: invertir en ciencia tiene, obviamente, altos costes, pero es rentable a largo plazo y beneficioso para la economía, el empleo y el bienestar de la sociedad. Y, sin duda prestigia a un país tener científicos de renombre internacional, buenos centros de investigación, y un buen sistema nacional que proteja e impulse la producción científica, y que incluso atraiga talento mundial en determinadas áreas.
Por tanto, estamos felices de homenajear a cinco ilustres investigadores que reflejan el alto nivel de la ciencia española. Su capacidad, su esfuerzo y el beneficio que suponen sus avances para el conjunto de la sociedad son los motivos de este reconocimiento tan especial con el que los españoles agradecemos su dedicación y esfuerzo.
Los Premios Nacionales de Investigación que hoy hemos entregado representan el pasado y el presente del talento científico en España. Los nombres de algunas figuras históricas de nuestra ciencia como Blas Cabrera, Julio Rey Pastor, Alejandro Malaspina, Enrique Moles y Juan de la Cierva señalan y ennoblecen hoy simbólicamente a Rafael Rebolo López, Ramón López de Mántaras, Pedro Jordano Barbudo, Luis Liz Marzán y Pablo Artal Soriano.
Entre aquellos ilustres científicos del pasado, que dan nombre a nuestros Premios, y los galardonados en esta edición, recordaremos siempre a tantos excelentes investigadores españoles ─no siempre bien conocidos ni reconocidos─, que a lo largo de los siglos trabajaron discreta y denodadamente por impulsar el conocimiento en nuestro país.
Sin lugar a dudas, la investigación que se desarrolla hoy en España no se puede comparar con la de ninguna otra época anterior. En particular, desde la aprobación de la primera Ley de Ciencia, en 1986, el avance científico y tecnológico ha sido extraordinario:
"...la calidad de la ciencia española se sustenta, pues, en el talento de sus investigadores, que han situado a nuestro país entre los diez primeros del mundo en producción científica de impacto, y que han sido capaces de optar a proyectos competitivos y relevantes en el contexto europeo. De hecho, en el programa marco de investigación e innovación de la UE, Horizonte 2020, los organismos de investigación, las universidades y las empresas españolas están consiguiendo más proyectos y recursos que nunca en nuestra historia, y son las entidades que más proyectos conjuntos lideran a nivel europeo..."
Tenemos investigadores con impacto mundial en diversas áreas, muchos centros de primer nivel, infraestructuras científicas y tecnológicas punteras y una participación importante en muchas de las mayores instalaciones europeas e internacionales. Este desarrollo de la I+D+I se ha producido a lo largo y ancho de nuestro país, como refleja la procedencia tan diversa de los trabajos de nuestros investigadores hoy premiados.
El astrofísico Rafael Rebolo dirige el Instituto de Astrofísica de Canarias –que conozco bien y del que me enorgullece ser miembro honorífico−, un organismo público de investigación que cuenta con algunos de los telescopios más avanzados que existen, diseñados para que científicos de muchas partes del mundo puedan desarrollar sus investigaciones en condiciones óptimas. Y, para que lo hagan, además, en uno de los mejores cielos del planeta.
Ramón López de Mántaras está al frente del Instituto de Investigación en Inteligencia Artificial del CSIC. Esta área cambiará significativamente ─ya lo está haciendo─ nuestra forma de vivir. En la Estación Biológica de Doñana, también del CSIC, Pedro Jordano Barbudo es un referente mundial de los estudios de interacciones y la estructura de redes ecológicas.
Luis Liz Marzán, director científico del Centro de Investigación Cooperativa en Biomateriales CIC biomaGUNE, cuenta con numerosas y significativas contribuciones a los campos de la Química Coloidal y la Nanociencia. Y Pablo Artal, en la Universidad de Murcia, ha conseguido contribuciones punteras en la utilización de métodos innovadores para la evaluación y corrección de la visión y su impacto en la salud ocular.
Enhorabuena a todos por vuestra entrega, talento y compromiso en favor de la Ciencia y el saber. Vuestro trabajo y los logros que alcanzáis día a día sin duda contribuyen al mayor bienestar social de los españoles.
Sois cinco científicos que investigáis en lugares distintos de España: en Canarias, Cataluña, Andalucía, País Vasco y Murcia. Y trabajáis en campos todos fundamentales para el futuro de nuestras sociedades, ayudando a resolver retos relacionados con la salud, el cambio climático, el medio ambiente, el conocimiento del universo o el futuro de la Inteligencia Artificial; área esta última en la que, por cierto, España y Europa están afrontando el crecimiento de las distintas tecnologías con un objetivo estratégico: que nuestras industrias puedan asumir un papel de vanguardia en lo que será uno de los principales factores de crecimiento y competitividad.
La calidad de la ciencia española se sustenta, pues, en el talento de sus investigadores, que han situado a nuestro país entre los diez primeros del mundo en producción científica de impacto, y que han sido capaces de optar a proyectos competitivos y relevantes en el contexto europeo. De hecho, en el programa marco de investigación e innovación de la UE, Horizonte 2020, los organismos de investigación, las universidades y las empresas españolas están consiguiendo más proyectos y recursos que nunca en nuestra historia, y son las entidades que más proyectos conjuntos lideran a nivel europeo.
Pero, con todo, tenemos que seguir esforzándonos para que España se sitúe, al menos, en el nivel de inversión en ciencia e innovación de los países de nuestro entorno y de la media de la UE. Debemos hacer énfasis en la importancia de la investigación para el mejor futuro de nuestro país. Todos, —Universidad, empresas, Administraciones y el conjunto de la sociedad—, debemos hacer lo posible para incrementar las capacidades, la calidad y la excelencia de la ciencia española.
Señoras y señores,
La promoción de la cultura científica es, por tanto, fundamental para cualquier país avanzado y moderno. Y la entrega de estos Premios Nacionales de Investigación, que hoy nos convocan, supone un merecido reconocimiento y una gran oportunidad para acercar la ciencia a los ciudadanos, que han de ser muy conscientes del papel clave que desempeñan la investigación y la innovación en el presente y en el futuro de nuestras sociedades.
Nada más. Felicidades a vosotros premiados y a vuestros colaboradores y mucho ánimo para seguir trabajando con la misma ilusión y el mismo compromiso de siempre.
Gracias a todos por vuestra presencia.