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Palabras de Su Majestad el Rey en la clausura de la Conferencia de Embajadores de España

Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación. Madrid, 1.11.2024

Buenos tardes a todos, y me alegra nuevamente tener el placer de presidir la clausura de esta Conferencia de Embajadores que, aprovechando el desplazamiento por la Navidad, os reunís para intercambiar visiones y valoraciones sobre la situación en la Comunidad Internacional y en vuestros respectivos países de destino; así como para orientar vuestra misión acorde con los intereses de España.

La continuidad de este importante esfuerzo organizativo que alcanza ya su 8ª edición es reflejo del claro compromiso con la apertura de nuestro país hacia el exterior y con las agendas regionales y globales en todos los grandes temas. Y se apoya en la tradición y peso de nuestro país en la esfera internacional, además de los especiales lazos que tenemos con varias regiones. Un esfuerzo al que con gusto me sumo. No solo por interés institucional, sino también por una clara vocación personal.
 
Está claro que ayudar a promocionar nuestro país en el mundo y defender nuestros intereses en cualquier ámbito no sería posible sin un potente y eficaz Servicio Exterior. Así que permitidme, sobre todo, reconocer vuestra importantísima responsabilidad y daros las gracias por el gran trabajo que realizáis al servicio de todos los españoles.

Pero no dudo que este esfuerzo que aquí realizáis es aún más necesario y relevante en las actuales circunstancias que vivimos. Por ello resulta especialmente oportuno el lema elegido para esta edición: “Diplomacia para la Paz”.

Como profesionales de las relaciones internacionales sabéis perfectamente que vivimos en un mundo de crecientes tensiones, en el que los mecanismos de cooperación que han funcionado durante décadas padecen el desgaste producido por visiones contrapuestas —o no fácilmente conciliables— sobre por ejemplo el papel del Estado, el uso de espacios comunes, de las tecnologías, de la interpretación y la aplicación de las reglas del Derecho internacional, así como por la subsistencia de problemas de difícil resolución. Estamos siendo testigos de situaciones que parecían superadas o que, como la pandemia o la guerra a las puertas de Europa, eran inconcebibles hace tan solo unos años.

En buena medida, la acción exterior de los Estados está hoy dirigida a prevenir o reducir posibles riesgos y dependencias exteriores, a través de un prisma geopolítico no falto de realismo y responsabilidad.

Y en este entorno tan complejo, vosotros tenéis la gran responsabilidad de velar por nuestros intereses; pero también de vosotros depende la oportunidad de crear entendimiento, de contribuir a la formación de consensos, de preservar y proyectar los valores de tolerancia, solidaridad, pluralismo y respeto a los derechos y a la dignidad de la persona que la sociedad española siempre ha defendido.

La Presidencia española del Consejo de la UE, que acaba de concluir, ha servido para poner de manifiesto esos valores, desde el espíritu de lealtad y el sentimiento de pertenencia hacia Europa que impulsa y motiva a la sociedad española. Tuve la ocasión de constatarlo personalmente en el encuentro en Granada con los líderes políticos europeos, en el contexto de las reuniones de la Comunidad Política Europea y del Consejo Europeo informal que allí se celebraron.

La Presidencia ha sido un éxito de país, de la sociedad española en su conjunto, proyectándose en ella la experiencia y el buen hacer de España en los asuntos comunitarios, al tiempo que se relanzaban las relaciones de Europa con otras regiones del mundo.

El proyecto europeo afronta ahora nuevos retos. La ampliación deberá acompañarse de las reformas necesarias para garantizar el adecuado funcionamiento de una Unión con más de 30 Estados miembros, al tiempo que se salvaguardan su credibilidad y sus valores. Desde esta perspectiva, la apertura de negociaciones con Ucrania es un claro reflejo del apoyo que la Unión y, dentro de ella, España, vienen ofreciendo al país en respuesta a la brutal agresión que lamentablemente sufre desde hace casi dos años.

La Unión deberá seguir cimentando sus relaciones con sus socios internacionales, para la defensa de sus intereses estratégicos, el impulso de nuestros valores, y la consecución de un mundo más estable, pacífico, tolerante y colaborativo.

En esta Presidencia, España ha hecho especial énfasis en los vínculos con su Vecindad Sur y con Am. Lat. y Caribe, desarrollando importantes vínculos de cooperación, con la Cumbre UE-CELAC como principal ejemplo. También en el Mediterráneo, donde la aspiración es establecer, con la UE, una gran zona de estabilidad y prosperidad compartidas.

Debemos, por tanto, seguir defendiendo con honestidad y espíritu de colaboración nuestros intereses y valores en Europa y en las distintas regiones. Apostando por un mercado único fuerte, corazón del proyecto europeo y garante y motor de nuestro bienestar y prosperidad.

Embajadores,
En el año que acaba de terminar hemos celebrado el 45º aniversario de nuestra Constitución. Esta efeméride nos ha servido para recordar que, en ella, se establece el mandato de seguir promoviendo las relaciones con los países de nuestra comunidad histórica. Un mandato al que no es ajeno la Corona, que seguirá comprometida con la promoción de unas relaciones cada vez más intensas y sólidas con los pueblos de Iberoamérica.

Este mismo viernes iniciaré un viaje a Guatemala para asistir a la investidura del Presidente Arévalo, y durante 2024 estos viajes a sucesivas ceremonias de investidura serán frecuentes, pues hay procesos electorales en curso en el continente americano. En ese acompañamiento democrático debe estar España.

En efecto, la defensa de la Democracia y del Estado de Derecho son señas de identidad de esa Comunidad que estamos construyendo juntos. Se trata de cualidades muy necesarias y oportunas en estos tiempos en los que internacionalmente se debate sobre la vigencia de los valores y su significación en las distintas regiones, así como sobre las dificultades para hallar soluciones comunes y coordinadas a los problemas en el espacio global.

Como sabéis, el hecho de que casi 600 millones de personas en el mundo compartamos el mismo idioma también nos acerca y nos hace partícipes de un gran espacio cultural diverso y compartido. El fomento del español constituye un verdadero eje de nuestra política exterior y, por tanto, asumimos el deber de optimizar su enorme potencial en términos de desarrollo económico e influencia internacional.

"...La continuidad de este importante esfuerzo organizativo que alcanza ya su 8ª edición es reflejo del claro compromiso con la apertura de nuestro país hacia el exterior y con las agendas regionales y globales en todos los grandes temas. Y se apoya en la tradición y peso de nuestro país en la esfera internacional, además de los especiales lazos que tenemos con varias regiones..."

Los avances tecnológicos y la IA suponen, al mismo tiempo, un reto y una oportunidad para la proyección de nuestra lengua. El uso de la IA abre, desde luego, un amplio horizonte de posibilidades, en el que el español ha de convertirse en un motor generador de empleo, emprendimiento, tecnología y crecimiento económico.

Y en este contexto celebramos la ampliación de la red de centros del Instituto Cervantes, que ha recuperado además prácticamente las cifras de alumnos y actividades culturales pre-pandemia.

Queridos embajadores,
Cuando Europa y el mundo se enfrentan a un futuro incierto en el que los valores y principios de nuestras democracias se ven amenazados por actos de agresión como el de Rusia contra Ucrania o por fenómenos como el terrorismo; cuando la estabilidad de regiones de importancia estratégica para España como Oriente Próximo o África se ve sometida a nuevos y profundos desafíos, y cuando el drama de la guerra azota a poblaciones enteras y a los derechos humanos más elementales, el lema “Diplomacia para la Paz”, muestra todo su valor y este empeño se convierte en una de las prioridades para la acción exterior de nuestro país en el año 2024.

La Diplomacia para la paz requiere continuar incidiendo en la defensa de un Orden internacional basado en el pleno respeto de la Carta de NNUU, la promoción del multilateralismo y la solidaridad entre socios europeos y aliados euro-atlánticos. Los valores y virtudes de la Comunidad Iberoamericana a los que antes me refería pueden ofrecer, sin duda, una valiosa aportación en la búsqueda de soluciones a la convulsa situación internacional actual, en la que España tiene mucho que decir.

La dimensión diplomática en torno a cualquier conflicto armado es lógicamente esencial. Vuestra labor, la de los Embajadores, es clave para revertir la situación ante agresiones como la que sufre Ucrania, ante crisis como la de Oriente Medio, o ante los conflictos e inestabilidad en muchos lugares de África como el Sahel.

La tragedia que vive Gaza está sacudiendo la conciencia de la Humanidad, como también lo hizo el atentado terrorista que sufrió Israel el 7 de octubre, el peor de su historia. Ante esta crisis, además de la condena y el llamamiento a la liberación de todos los rehenes, y de la petición de respetar el Derecho Int’l y el Derecho Int’l Humanitario, debemos seguir insistiendo también en que, sin una solución política, que pasa por el establecimiento del Estado palestino junto a Israel, no será posible parar este ciclo de violencia o impedir que se vuelva a repetir.

Esta fue, precisamente, la promesa de la Conferencia de Paz de Madrid de 1991, y la Comunidad Internacional debe movilizarse para ayudar a las partes a materializarla.

En este contexto geopolítico volátil e incierto, la concertación con países amigos, aliados y socios cobra aún más valor si cabe. Por ello la unidad transatlántica es indispensable para preservar esos principios y valores tan preciados y que hoy se encuentran bajo amenaza.

Al mismo tiempo, el bienestar de las nuevas generaciones de españoles y europeos depende de la capacidad para reconocer la nueva realidad geopolítica que es el Indo-Pacífico, y de cooperar de manera constructiva con los países de la región.

Pocos continentes sufren de manera más clara esos desafíos globales como África. En 2023 tuve la ocasión de visitar Angola, junto a la Reina, en nuestro 1º viaje de Estado a África Subsahariana. Allí constatamos esos desafíos, pero también la juventud, el dinamismo y la proximidad con España. La vocación mediterránea, y, por extensión, africana, se añade con peso creciente en nuestra proyección exterior, y de ahí en un mayor compromiso con el continente, al que hemos de acompañar en sus legítimas aspiraciones de desarrollo económico y social para sus poblaciones.

En este sentido, España ha hecho explícito su compromiso con la cooperación al desarrollo, una política clave dentro de nuestra acción exterior, al tiempo que un reflejo de nuestro compromiso con esos valores a los que me estoy refiriendo.

Y, tanto la paz, como la respuesta a los desafíos globales (medio ambientales, energéticos, sanitarios…etc.), pasan por un multilateralismo efectivo, en colaboración con las NNUU y el resto de Estados Miembros. Resulta esencial trabajar de forma coordinada para abordar estos y tantos otros retos globales.

España ha demostrado un compromiso inequívoco con el sistema de las NNUU, y ha sido capaz de concertar esfuerzos a nivel internacional para trabajar en el fortalecimiento de un sistema de gobernanza que garantice la provisión efectiva de los bienes públicos globales. Esos esfuerzos, así como la protección y promoción de los Derechos Humanos, son un elemento distintivo de la acción exterior española.

No quiero terminar sin referirme al importante respaldo que ofrecéis a los españoles que se hallan lejos de nuestro país.

Sé que, al igual que nos recibís a la Reina y a mí y a las distintas autoridades de nuestro país, con motivo de diferentes viajes, os dedicáis con esmero a cuidar y atender a nuestros compatriotas en situaciones de emergencia o grave necesidad, y que en vuestro día a día tenéis frecuentes encuentros con los españoles residentes en el Exterior, a los que también apoyáis y asistís de diversa manera.

Son muchos los viajes que he realizado en el curso de los años. En ellos he podido apreciar que España cuenta con una excelente reputación y es respetado por su rico bagaje histórico y cultural, pero, sobre todo, porque ha sido capaz de encontrar caminos para prosperar económica y socialmente y mantener un peso específico en distintas regiones, sin dejar de tener en cuenta las necesidades de los países más frágiles o con serias dificultades. Vuestro trabajo diario y vuestra profesionalidad son claves para cultivar esa excelente reputación; y lo son también el buen trato y la calidad humana.

La vuestra es, en definitiva, una labor ardua, pero muy importante y necesaria; es propia de personas con gran vocación de servicio público y la lleváis a cabo con rigor y convicción, con sentido de Estado y un profundo amor a España.

De modo que, nuevamente, gracias por todo ello. Mucho ánimo en este comienzo del año y, además de mi sincero aprecio por vuestro esfuerzo, sabéis que contáis −como siempre os digo−, con el seguro apoyo de la Corona.

Buen regreso, saludos a vuestras familias y colaboradores en vuestras misiones y muy feliz año.

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