Lo primero: mirando así a todos un poco, la verdad es que así da una alegría enorme veros con la Reina también presente y comprobar que no estáis mal, os cuidáis. Es una alegría veros y poder compartir este momento, sé que muchísimos no han podido venir, algunos los tenemos muy presentes en nuestros recuerdos y sin duda, pues es un momento emotivo para todos. Gracias Presidente, gracias Alejandro por organizar todo esto para todos, para lo veteranos y veteranas del 92’ te lo agradecemos mucho.
Algunos lleváis más de una campaña olímpica encima, algunos bastante más que un puñado, y los más afortunados y afortunadas, una o más medallas. Pero todos nos sentimos especiales por ser olímpicos y, de manera particular, por haber participado en los JJOO de Barcelona… (¡En casa!). Y a los que no han podido venir hoy, pues un gran abrazo desde aquí y será estupendo que nos veamos de nuevo algún día más adelante.
Estamos ahora en año olímpico, y ya muy pronto París acogerá a la gran familia olímpica y paralímpica mundial para esas semanas únicas de competición, de concordia y amistad, de tantos valores humanos... que tan necesario es preservar, cuidar y fomentar.
Hay nervios y emoción, hay aspiraciones y expectativas, habrá enormes alegrías y también habrá reveses. Así que todo nuestro ánimo, a esa generación olímpica que se ha clasificado y nos va a representar en París. Tenemos una delegación espectacular y con muchísimo talento, preparación, ganas de competir, de medirse, de ganar limpiamente, de participar en la mayor y más antigua cita deportiva mundial.
Pero volvamos atrás de nuevo a ese mítico 92. Barcelona, después de Albertville, fue un grandísimo éxito colectivo. Los protagonistas más visibles, los atletas y equipos, se batieron, nos batimos y brillaron como nunca antes en las competiciones, y marcaron, como habéis dicho muy bien, una autentica referencia para el deporte español, y hacerlo en casa tenía aún más emoción. Pero fue más que eso, porque también fueron aquellos JJOO todo un logro organizativo y una manifestación impresionante de entusiasmo, de aprecio popular, acordaros de lo que supuso un hito en el olimpismo, del movimiento de voluntarios que participaron en aquellos Juegos. Pusieron a Barcelona, Cataluña y a España en lo más alto.
Aún hoy la familia olímpica mundial recuerda con especial cariño y admiración lo que supuso ese esfuerzo aunado de país. Y hoy quisiera insistir en que les debemos ese éxito a tantos que trabajaron tan duro, algunos muchos años antes, para que así fuera; para que no solo Barcelona fuera elegida, sino para que estuviéramos preparados para darlo todo y presentar a España ante el mundo. Fue un acontecimiento deportivo inigualable, una grandísima celebración social y dejó un magnífico legado.
"...Queridas amigas, queridos amigos. Hoy, en la casa del Olimpismo español, celebrando los éxitos de Barcelona’92, quiero felicitar al COE por su trabajo en apoyo del deporte y los deportistas, y en la defensa constante de los ideales del Movimiento Olímpico. Como comenté en una ocasión, yo "no gané una medalla, sino algo más valioso: conocer los valores humanos en los que se basan los Juegos y que unen a personas de todo el mundo". Animo a todos a seguir trabajando por dichos valores, y apoyando a nuestros deportistas, para mantener siempre viva la llama que se alumbró en Barcelona’92..."
Entre el 25 de julio y el 9 de agosto para los Juegos Olímpicos de Barcelona y el 3 y 14 de septiembre para los Juegos Paralímpicos, Barcelona fue una fiesta. No fueron los Juegos en una ciudad, fueron de una ciudad. Los barceloneses compartieron su alegría y acogieron a miles y miles de personas de todo el mundo, que vinieron a España para disfrutar de una experiencia irrepetible.
¡Quién no recuerda aquella ceremonia inaugural!, que fascinó al mundo de tantas maneras. O el mágico instante en que la flecha de Antonio Rebollo encendió el pebetero de Montjuic o nuestra mascota Cobi, esa mascota rompedora que tuvo su historia previa no fue tan unánime, luego si, absolutamente unánime, nos acordamos mucho. Y por supuesto, el desfile, que voy a decir, tuve el inmenso honor de formar parte de aquella delegación olímpica, de portar la bandera. Son recuerdos imborrables para mí, poder competir, sentir la emoción colectiva con cada triunfo de España, antes, aquí estaba José Manuel Moreno, que fue el primer medallista, me acuerdo perfectamente estando en la Villa Olímpica el rugido que se produjo cuando logró el oro y que ya todos ya sabíamos, que hemos roto esa caja de las esencias, fue un entusiasmo extraordinario, y bueno 22 más vinieron y unos cuantos diplomas. Yo logré, lo tengo que decir humilde pero digno diploma contra Fernando León, que está por aquí, y Fredy Vázquez, que no ha podido estar, y la verdad que nos quedamos con muchas ganas porque entramos en la fase final de la march race que fue la primera que se competía con esa fórmula, pero bueno nos supo también bien lograr el diploma. El continuo y logró una medalla, lógicamente el que la sigue la consigue. Yo no tuve esa oportunidad, pero seguro que todos compañeros/as sentís lo mismo, esa emoción, ese recuerdo y en un día como hoy de manera especial.
Cuando Barcelona invitó al mundo a ser “amigos para siempre”, presidente lo has recordado, toda España sintió un enorme orgullo. Habíamos superado el reto, con nota muy alta. Los Juegos de la unidad y el reencuentro del movimiento olímpico habían sido —como dijo Juan Antonio Samaranch en aquella ceremonia de clausura (y creo que esa vez lo dijo con mayor convicción que nunca…)— fueron los mejores de la historia.
Barcelona’92 significó además el salto de calidad definitivo del deporte español. Vuestra gesta señaló el camino del éxito para las generaciones que tomaron el relevo, tantas desde entonces. Recordar aquellos Juegos ayuda a entender el lugar tan destacado que, en los últimos años, ocupa España en el contexto deportivo mundial.
Atletas, entrenadores, equipos técnicos, clubes e instituciones públicas y privadas habéis situado a nuestro país entre las grandes potencias del deporte. Somos un referente en competiciones europeas y mundiales y volveremos a serlo en los próximos Juegos. Todos compartimos esa voluntad y entusiasmo para superar el palmarés de Barcelona de las 22 medallas—. Es verdad que para los que competimos no nos gusta tanto hablar de las medallas porque, hay que lograrlas, pero como es un camino duro pues mejor no mencionarlo demasiado, pero bueno colectivamente todos aspiramos a superar esa meta. Estuvimos cerca en Atenas y Londres. Es, sin duda, un desafío extraordinario. La Reina y yo deseamos a las delegaciones olímpica y paralímpica, Alejandro (Alejandro Blanco), Miguel (Miguel Carballeda), que hoy no ha podido estar, los mejores y mayores éxitos en nuestra cita de París. Esperamos también poder estar ahí para comprobarlo y para disfrutar con vosotros.
Queridas amigas, queridos amigos. Hoy, en la casa del Olimpismo español, celebrando los éxitos de Barcelona’92, quiero felicitar al COE por su trabajo en apoyo del deporte y los deportistas, y en la defensa constante de los ideales del Movimiento Olímpico. Como comenté en una ocasión, yo "no gané una medalla, sino algo más valioso: conocer los valores humanos en los que se basan los Juegos y que unen a personas de todo el mundo".
Animo a todos a seguir trabajando por dichos valores, y apoyando a nuestros deportistas, para mantener siempre viva la llama que se alumbró en Barcelona’92.
Muchas gracias.