Es realmente un honor para mí hablar hoy por primera vez, como Rey de España, ante las Naciones Unidas. Y me alegra especialmente que sea con motivo de esta Cumbre sobre un tema tan fundamental para el presente y futuro de nuestro Planeta.
En mi vida siempre han estado muy presentes la pasión por la ciencia y el amor y respeto al medio ambiente. Además, pertenezco a una generación inspirada por una imagen: la imagen de un pequeño y frágil planeta azul, tomada por los pioneros de la carrera espacial.
El impacto de aquella primera visión de la Tierra desde el Cosmos nos hizo comprender de verdad que, por encima de las fronteras y a pesar de nuestras diferencias, compartimos un mismo hogar y nos enfrentamos a retos comunes.
Hoy, el reto común que representa el cambio climático ha adquirido una mayor urgencia. Amenaza los equilibrios básicos que hacen posible la vida y la continuidad de nuestra civilización y nos obliga, por ello, a actuar con decisión.
Los habitantes de las islas vulnerables del Pacífico, del Índico o del Caribe, o de las zonas costeras en muchos de nuestros países, no pueden esperar; tampoco los habitantes de zonas montañosas donde desaparecen los glaciares, ni los de regiones enteras amenazadas por la desertificación, o quienes dependen para su subsistencia de los mares y de los océanos.
Que nadie se llame a engaño. Ninguno de los países aquí representados puede esperar. Detrás del ascenso de unos pocos grados de temperatura, están en juego vidas humanas y la continuidad misma de nuestras sociedades.
No podemos esperar, pero sí hay razones para la esperanza. Compartimos un consenso básico sobre el peligro que nos acecha. En los últimos años hemos avanzado con medidas que, aun siendo insuficientes, apuntan en la buena dirección. Ahora, toca acelerar el paso.
En algo más de un año, en la Cumbre del Clima de París 2015, tendremos que tomar una decisión clave para el futuro del planeta: la adopción de un nuevo acuerdo global y vinculante que nos permita combatir el cambio climático de manera conjunta y coordinada. Seamos ambiciosos, seamos inteligentes… seamos también sensibles y solidarios.
"...Que nadie se llame a engaño. Ninguno de los países aquí representados puede esperar. Detrás del ascenso de unos pocos grados de temperatura, están en juego vidas humanas y la continuidad misma de nuestras sociedades. No podemos esperar, pero sí hay razones para la esperanza. Compartimos un consenso básico sobre el peligro que nos acecha. En los últimos años hemos avanzado con medidas que, aun siendo insuficientes, apuntan en la buena dirección. Ahora, toca acelerar el paso..."
Estoy aquí para asegurarles que el compromiso de España es firme en este gran reto.
Mi país ha sido pionero en la puesta en marcha de medidas para la reducción efectiva de emisiones. Con gran esfuerzo de todos, estamos cumpliendo los objetivos de reducción de los gases de efecto invernadero fijados para 2020. Y nuestra siguiente meta, compartida con la UE, es reducir nuestras emisiones en un 40% en 2030, respecto de los niveles de 1990.
Ya estamos en marcha para conseguirlo. España está realizando la transición hacia un nuevo modelo de crecimiento basado en las energías renovables y en tecnologías limpias. Me permito destacar, con orgullo, que España se ha convertido en el primer país del mundo en el que la energía eólica se ha situado como la primera fuente de generación de electricidad a lo largo de un año completo.
Nuestro objetivo es descarbonizar más nuestro modelo económico con proyectos innovadores en sectores estratégicos; como los Proyectos Clima, de adquisición por parte del Estado de reducciones cuantificables de CO2 a las empresas, en ámbitos como el transporte, la agricultura, la edificación o la gestión de residuos.
España ha desarrollado, además, el proyecto Huella de Carbono, para animar a las empresas a que calculen cada año su huella de carbono y la registren oficialmente; como un incentivo para que cada año mejoren su eficiencia y sus niveles de emisión, y para aumentar el conocimiento del nivel general de emisiones de nuestras empresas.
Por su parte, los Planes de Impulso al Medio Ambiente, que movilizan inversiones privadas para incentivar la actividad baja en carbono en sectores potencialmente contaminantes, están contribuyendo a reducir, de un modo efectivo, nuestras emisiones de gases de efecto invernadero.
En el ámbito internacional, España ha sido el primer país en contribuir al Fondo de Adaptación y continúa creando puentes entre regiones; como por ejemplo la Red Iberoamericana de Oficinas de Cambio Climático, que ofrece espacios adecuados para el intercambio de experiencias y conocimiento.
Señor Presidente, señoras, señores,
La escala temporal de la lucha contra el cambio climático se mide en décadas y siglos. Por tanto, no podemos buscar las soluciones ni de forma aislada ni en el corto plazo; solo las encontraremos si somos capaces de forjar un compromiso global y duradero.
No podemos permitirnos el fracaso. Hay demasiado en juego. Aseguremos que las siguientes generaciones puedan contemplar desde el espacio la visión que inspiró a mi generación: la de un planeta pequeño y frágil; perdido en la inmensidad del Cosmos, pero todavía capaz de albergar el milagro de la vida.
Muchas gracias.